La tragedia que nos dejó el aluvión ocurrido este lunes 31 de enero de 2022, también trajo consigo historias de todo tipo, dolorosas, trágicas, difíciles de superar, hechos desgarradores que se quedarán en la memoria de todos, en especial de quienes lo vivieron en carne propia.
Dentro de todas las historias que cada día vamos descubriendo, hay también las de esperanza, las que conmueven por su constancia de que el hombre está forjado de tesón y sobre todo solidaridad.
Marcelo Mármol se disponía a practicar su deporte favorito la aciaga tarde del lunes 31 de enero, él forma parte del club de ecuavóley que se reunía a practicar este deporte en la que fuera la cancha del barrio La Comuna. Llegó aquel día pensando que sería otra más de las tantas tardes, estacionó su vehículo en el sitio de siempre, a la hora acostumbrada, sin saber que un aluvión lo arrastraría varias cuadras producto de la fuerza indomable de la naturaleza.
Cuando empezó todo, entre gritos y desesperación, sin entender bien lo que ocurría, la gente empezó a correr para salvar sus vidas, las personas con algo más de “suerte”, lograron refugiarse en lugares algo seguros, cualquier resquicio lejos del aluvión, era una bocanada de esperanza.
Todas las historias humanas son como hilos que se entretejen de formas misterios, Marcelo Mármol sabe ahora que su vehículo, el que ya no pensó volver a ver nunca más, fue una herramienta que ayudó a salvar muchas vidas. En la lucha por salvarse, Marcelo, no imaginó que su vehículo, el que con tanto esfuerzo había logrado adquirir, descendía por las calles anegadas de escombros, lodo, animales, y todo lo que uno puede imaginar, que se lleva a cuestas la desgracia.
Catalina Cabrera es también una de las tantas moradoras afectadas del sector, ella se encontraba trabajando en la ciudad de Ibarra el día que todo sucedió, su hijo y su suegra eran quienes contemplaban desde la ventana lo que casi no se podía creer, la magnitud de los hechos no concordaba con la realidad. Catalina pudo hablar con su hijo de 11 años a las 17h30, para después perder el contacto, y con ello la calma, el barrio se había quedado incomunicado.
Catalina alcanzó a llegar a su casa, nadie en el mundo puede dudar del feroz ímpetu de una madre si de poner a salvo a su hijo se trata, sus ojos contemplaron con incredulidad la devastación que tenían al frente.
Precisamente el carro que horas antes, Marcelo Mármol estacionó esperando tener una tranquila tarde de deporte, fue quien recibió a Catalina Cabrera en su casa, este automóvil había recorrido muchas cuadras, arrastrado por la pertinaz corriente, hasta ser arrojado dentro de la casa de Catalina. Este hecho, lejos de acrecentar la tragedia, fue una ayuda de vida, la madre pudo juntarse con su hijo, sirviéndose de aquél enlodado vehículo, que, como barricada, se convirtió en puente de vida, Catalina Cabrera y su familia lograron ayudar a muchas personas que también fueron arrastrados por el lodazal, muchas de ellas con fuertes golpes, desnudos, fueron atendidos, recibieron vestimentas y pueden hoy contar esta historia, que no termina aquí.
En el recorrido que el Alcalde de la ciudad Santiago Guarderas, realizaba por las zonas afectadas, verificando los trabajos de recuperación que se han puesto en marcha, se percató del vehículo maltrecho que por azares de la vida terminó siendo herramienta para salvar vidas, se dispuso la búsqueda de su dueño, se logró contactar con Marcelo Mármol, con la ayuda de los moradores se logró extraer el carro, ser devuelto a su dueño, quien podrá seguir produciendo junto a su herramienta de trabajo, que además, no sufrió daños mayores. (I)