Sólo 28 de cada 100 ecuatorianos acceden al crédito formal, y 455 mil fueron reexcluidos entre 2019 y 2024.

El acceso al crédito continúa siendo un desafío estructural en Ecuador. Sólo 28 de cada 100 personas económicamente activas han logrado obtener productos de crédito en el sistema formal, según el Barómetro de Equifax. Aunque 1,1 millones de personas ingresaron al sistema financiero entre abril de 2019 y septiembre de 2024, 455 mil fueron reexcluidas, lo que deja una inclusión neta de apenas 719 mil, de acuerdo con la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo.

El impacto es mayor entre quienes tienen ingresos bajos: el 46 % de quienes ganan menos de 800 dólares perdió acceso al crédito, especialmente jóvenes. A esto se suma el endurecimiento de los criterios de aprobación, que subieron del 25,1 % al 31,5 % en tres meses durante 2024, según el Banco Central.

Ante estas barreras, el acceso a celulares mediante pagos en cuotas se ha convertido en una alternativa concreta para muchos ecuatorianos. Según datos de PayJoy, el 57 % de quienes acceden a este tipo de solución no cuenta con ningún otro instrumento financiero formal, y apenas el 1 % posee una tarjeta de crédito tradicional. No obstante, esta puerta de entrada ha permitido generar nuevas fuentes de ingreso: el 84 % afirma que el celular les ha facilitado trabajar o emprender, y el 51 % asegura que sus ingresos han aumentado desde que lo adquirieron.

«Para muchas personas, no es solo un medio de comunicación, sino una herramienta productiva y el inicio de una vida económica activa y formal. Es lo que les permite ofrecer un servicio, atender a sus clientes o mantener su pequeño negocio funcionando. Para quienes nunca habían accedido a un producto financiero, representa una primera oportunidad real de inclusión», señaló Joaquín Dávalos Ponce, Country Manager de PayJoy en Ecuador.

Los datos recopilados revelan que quienes acceden a esta forma de adquisición conforman una población joven, con cargas familiares y con ingresos bajos. El 34 % de los usuarios tiene entre 18 y 24 años, y otro 62 % se encuentra en el rango de 25 a 44 años. Además, el 63 % tiene hijos menores de edad, y uno de cada tres tiene al menos dos hijos a su cargo. El 87 % pertenece a estratos de pobreza, ingresos bajos o clase media baja; un 29 % vive con menos de 100 dólares mensuales, otro 29 % entre 101 y 250, y un 29 % adicional con ingresos entre 251 y 700.

En cuanto al nivel educativo, solo el 7 % ha completado estudios universitarios, mientras que el 64 % no terminó o solo completó la secundaria. Esta baja escolaridad, sumada a la informalidad laboral, limita el acceso a servicios financieros tradicionales. Apenas el 24 % trabaja a tiempo completo en una empresa; el resto se desempeña como autoempleado, trabajador por días, estudiante que trabaja o se encuentra sin actividad económica formal. A pesar de ello, el 67 % sostiene a su familia con un solo trabajo y el 73 % trabaja más de siete horas al día.

También identifican con claridad sus necesidades financieras: el 23 % requiere una cuenta de ahorros, el 20 % busca préstamos para construir historial crediticio, y una parte importante destaca la importancia de seguros médicos (9 %) y de vida (6 %).
«El acceso a celulares con pagos en cuotas no solo habilita ingresos, también redefine quiénes pueden empezar a construir una vida financiera formal. La inclusión sucede cuando las soluciones se alinean con las condiciones reales de las personas», concluyó Dávalos Ponce.

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