En Ecuador se queman y talan cerca de 100.000 hectáreas de bosque al año, solo el la cordillera Chongón Colonche y cerros de Manabí la tala es de aproximadamente 15.000 hectáreas al año. En los último 26 años Ecuador ha perdido más de 2 millones de hectáreas de bosque.
La destrucción del bosque de las cordilleras costaneras de Guayas y Manabí, conocido como bosque tropical seco, y que está incluido en la lista Global 200 de la WWF, entre los ecosistemas de protección prioritaria, trae consigo irreversibles consecuencias, además de la extinción de especies de flora y fauna.
El bosque seco tropical acumula entre 30 y 60 toneladas de carbono por hectárea. La emisión de grandes cantidades de Carbono a la atmósfera o incremento de la huella de Carbono, la erosión del suelo, la pérdida de las fuentes de agua, la disminución de lluvias y el calentamiento global son consecuencias directas de esta práctica.
Los cantones más afectados son Jipijapa, 24 de Mayo, Paján, Santa Ana, Portoviejo y Junín en la provincia de Manabí y Pedro Carbo, Isidro Ayora y Lomas de Sargentillo en Guayas.
Los elevados precios del maíz están incentivando la tala y quema del bosque en forma indiscriminada para sembrar este cultivo. Una errada política de precios y la absoluta permisividad hacia la especulación, inciden en la destrucción forestal con alto impacto ambiental
La tumba y quema de estos bosques, una valiosa reserva de la biodiversidad del Ecuador cuya desaparición está próxima, es una consecuencia directa de la ampliación de la frontera agrícola en ausencia de planes de control ambiental y de campañas de educación y concientización a los agricultores, por parte del MAE y MAG.
La Cadena de Proteína Animal, consciente de la importancia de respetar políticas de sostenibilidad ambiental, observa con mucha preocupación cómo se viene destruyendo los remanentes del bosque seco tropical en los cerros de las Provincias de Manabí y Guayas, principalmente para la siembra de maíz.
Los bosques, que son una reserva de biodiversidad, contribuyen, además, a retener las nubes, generar lluvias y a llenar los acuíferos que, a su vez, alimentan los pozos y esteros que la población rural utilizan para su consumo y el de sus animales. Al perderse estos bosques la sequía se acentuará en las áreas occidentales de Guayas y Manabí.
Los cambios causados en los bosques y selvas están asociados a eventos climáticos extremos, no solo en la región sino en todo el mundo, como sequías, olas de calor, de frío y tormentas, es decir los efectos son globales.
Recientemente en la Cumbre de Líderes de la COP26 de Glasgow, Inglaterra, el Presidente Lasso se comprometió a implementar una política pública de transición ecológica hacia una economía circular, resiliente y baja en emisiones. El MAE y MAG están, por lo tanto, en la obligación de implementar planes y mecanismos para monitorear y controlar la destrucción de estos bosques y de todos los bosques que están siendo destruidos en el País.
La apertura del Ecuador al mundo conlleva la aplicación de políticas de sostenibilidad ambiental y social. Los mercados internacionales exigen actualmente certificaciones ambientales y de buenas prácticas agropecuarias, como un requisito indispensable para acceder a sus mercados. Por lo tanto, es mandatorio el cumplimiento de las políticas y normas internacionales de sostenibilidad ambiental y social. Las cadenas productivas deben iniciar o avanzar en sus respectivos procesos de certificaciones y cumplimiento de estas prácticas.
Una parte del maíz que absorbe y utiliza la industria de proteína animal es maíz producido en estas áreas. De existir una forma de identificar y diferenciar el grano proveniente de estas zonas de deforestación, la industria asegura que se abstendría de comprarlo ya que la cadena de proteína animal no puede ignorar y ser testigo silencioso de la destrucción de los bosques. Por el contrario, exige al Gobierno, MAG y MAE, tomar cartas en el asunto y frenar la deforestación.
De acuerdo a Conave, Aprobal, Afaba y Aspe, principales gremios en la producción de aves y cerdos, deben crearse, urgentemente, sistemas de control y vigilancia, coordinados por el MAG y el MAE, orientados a evitar y a desincentivar que la riqueza forestal y biológica que ha sobrevivido en nuestro litoral, precisamente por hallarse en las partes más altas e inaccesibles de las montañas, con pendientes pronunciadas, no aptas para una agricultura eficiente, sea destruida para sembrar maíz, cultivo que debe mantenerse en las zonas más bajas, con menores pendientes, aptas para la agricultura.
Los gremios mencionados consideran que el MAG y MAE, deben tomar cartas en el asunto y elaborar un plan de manejo, control y vigilancia, en coordinación con los GADs, para evitar que la deforestación continúe avanzando sin control, especialmente en Manabí y Guayas para la siembra de maíz.
El maíz de producción nacional es entre un 35% y 40% más caro en comparación a otros países de la región como Colombia o Perú. (I)