El siguiente es el relato de un diálogo imaginario con un oso de anteojos, … Y no será él quien deba quitarse sus anteojos para ver el peligro en que se encuentra el planeta.

Son las cinco de la mañana; tras 40 minutos en camioneta desde Pimampiro llegamos al Mirador del Oso. Ubicado en la comunidad San José, Pimampiro, Imbabura, el sitio es estratégico para observar al oso andino en su hábitat. Con binoculares en mano y acompañados por Danilo Vásquez, biólogo y propietario del mirador, esperamos con frío y paciencia durante una hora.

“¡Ahí está!”, gritamos, señalando al otro lado de la montaña. Lo vemos caminar a paso ligero, elegante y divertido, bajo unos árboles de aguacate al tiempo que para a degustar los frutos.

Con un puñado de gusanos en la una mano y una bromelia en la otra, se nos aproxima sin mascarilla; se nota que no le teme al covid19. Para él, la pandemia es otra: el ser humano. Diciendo “Este planeta también es mi hogar”, se nos acerca y empezamos a conversar.

Le preguntamos, ¿Quién es el oso de anteojos?

Un mamífero omnívoro muy tímido, arisco, pacífico, amigable, solitario, carismático, que intenta reparar su mala reputación de atacar ganado.
Me llamas oso de anteojos, pero también me dicen oso andino, y mi nombre científico es Tremarctos ornatus. También me dicen oso sudamericano, ucumari, jucumari, frontino, de lentes o gafas. Pero las gafas negras y empañadas las tiene el ser humano, que no ve mi peligro de extinción.

¿Qué haces en tu día a día?

Soy guardián de los páramos y del agua, y sembrador de los bosques: n mi excremento quedan cientos de semillas que reforestarán el bosque. Duermo bastante y puedo correr a 50 km por hora.

¿En qué países vives?

En Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y Argentina.

¿Has visto las cámaras trampa que hemos colocado por aquí?

Sí, cuéntame para qué las han puesto por aquí.

Pues para conocer más acerca de tu forma de vida y poder protegerte mejor. Los videos tomados por estas cámaras trampa han puesto en escena tus movimientos secretos. Por ejemplo, en Pimampiro se grabó el documental “La vida secreta del oso de anteojos” que ganó el primer lugar entre 250 países. Gracias a eso, ahora la gente te conoce mejor y está dispuesta a cuidarte como te lo mereces.

¿Sabes que Pimampiro ha hecho una campaña en tu defensa?

(Muerde la bromelia, pestañea y contesta)

Sí, mira que el colectivo social CON SENTIDO me hizo sentir de lo más consentido, ja ja, pues consiguió más de 100 personajes famosos en Guayaquil, Quito, Ibarra y Pimampiro para cuidarnos. Ahora no soy el único que tiene padrino; mis ñaños osos Silvestre, Martina, Josefa, Sansón, Danilo y Mireya también tienen padrinos.

La campaña titulada ”Dame un like, quiero vivir junto a ti” dio a conocer mi situación de riesgo. Me gusta tanto que den un like en mis páginas y que hagan hashtag como este #pontelosanteojosporlavida que me provoca darles un abrazo de oso.

¿En qué te ayudará la declaratoria “Pimampiro, santuario del oso”?

En que podré vivir más tranquilo y moverme por doquier, porque además de contar con la telemetría GPS, ahora se delimitará el perímetro de mi hábitat.

¿Has estado involucrado en algún asunto con la ley?

Sí, uno de mis ñaños estuvo en la reserva Río Blanco, ganó el Habeas corpus en la corte suprema de Colombia, defendió sus derechos de la constitución y pidió que los hagan respetar.

Cuéntanos una anécdota por favor

(Emite unos rugidos de emoción)

Recuerdo al osito huérfano Bubu, que fue liberado en la Amazonia a la edad de 1 año 6 meses por el ejército y la fundación Oso Andino de Armando Castellanos, experto en osos reconocido mundialmente. Ellos habían realizado dos intentos fallidos en marzo y julio del 2012, pero al tercero lograron liberar a Bubu. Lo anestesiaron cuidadosamente por 30 minutos y lo trasladaron en un helicóptero del ejército de Amaguaña al sitio donde lo soltaron. Todos cruzaron los dedos para que Bubu permaneciera anestesiado hasta que todo llegara el momento de liberarlo. Y así fue: se despertó a los pocos minutos de que todo estuvo listo para dejarlo. Bubu logró 4200 amigos en Facebook.

¿Tienes amigos entre los humanos?
Son contados con las garras de mi mano. Los asistentes de campo Melchor y Rodrigo Ascanta; los biólogos, Armando y Tashquin, que siempre buscan estrategias para rescatarnos, como hicieron con Suyana y Mazharito, rehabilitados y liberados en Napo; los militares del ejército, animalistas de corazón; algunos organismos internacionales de Japón y Alemania, el Inabio. Ninguna autoridad…

¿Tienes algún reclamo a la humanidad?

Más que reclamo, pido que repiensen esas creencias falsas de mucha gente que nos mata para obtener nuestra vesícula con fines medicinales. Que dejen de considerarnos una plaga o peligro; que dejen de aprisionarnos o matarnos.

Osuro, el oso que llegó a Guallabamba, es un triste ejemplo; nunca aprendió a trepar un árbol…

(Mientras come un puñado de gusanos de desayuno, yo me siento como un gusano por todo lo que me dice).

¿Cuál es tu mayor anhelo?
(Se para en dos patas, llegando a más de dos metros de altura).

Ser libres, vivir en estado natural y salvaje los treinta años de vida que podemos vivir, criar a nuestros hijos y educarlos por dos años, para que después cada uno tome su camino.

¿Los comuneros te acusan de asesinar su ganado?
Cuando aparecen reses muertas dicen que el culpable soy yo, pero también podría ser el puma. La hambruna que enfrentamos hace ocho años nos obligó a ser carroñeros. La invasión de ustedes a nuestro hábitat por la tala de bosques para la agricultura y la construcción de carreteras redujo nuestro espacio para vivir. Nunca he atacado humanos.

¿Cuál es tu plato fuerte?
Porción fuerte diría: 20 kilos de alimento para mis 200 kilos de peso, situación por la que las instituciones rescatistas fallan, pues alimentarnos debidamente es costoso. Soy básicamente vegetariano, amo achupallas, bromelias, bambú, palmito, a veces maíz, aguacates, camotes…

¿Qué experiencia no quisieras volver a vivir?
El cautiverio. El stress que causa es fatal. Sufro caída de pelo en brazos, pecho, lomos, debilitamiento de garras, colmillos partidos, baja de peso y mirada triste. Mi solidaridad con los nueve osos de Colombia, que llevan 17 años enjaulados.

Un día vi caer a un hermano oso por una ladera pelada que incendiaron los lugareños para ahuyentarnos; el pobre murió desnucado.

Bueno, ya sale el sol y debo esconderme en los árboles del río pronto, pero antes voy a cantar un pedacito de la canción que me hicieron: “vengan todos a Pimampiro para irnos a San José, nos espera un abrazo de oso rico y sabroso y, un buen café en el mirador del oso. Me dará mucho gusto estar contigo. Trae binoculares, celular para que me grabes, repelente, zapatos de montaña y, sobre todo muchas ganas y energía para conocerme”.

Danos un mensaje final
(Se sienta, deja caer el pedacito de bromelia, saca de su pelaje una carta con el mensaje de su especie y nos la entrega para que la publiquemos).
No hace mucho éramos 20 mil osos en toda Sudamérica; actualmente somos 18 mil, de los que 3000 vivimos en el Ecuador. Cada vez somos menos, ¡cuídennos! Hemos migrado a diferentes lugares, pero no con el afán de atacar su ganado. Queremos compartir con ustedes la tierra, el bosque, los ríos. Convivir sin barrotes, heridas ni ataques. Si desaparezco yo, desaparecerás tú también. Por Ximena Yépez. (I)

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