Es una abogada quiteña, con una maestría en derecho procesal y una especialización superior en Gestión Territorial y Políticas Públicas; en su trayectoria laboral ha desempeñado varios cargos públicos y privados. Actualmente es concejala reelecta de Quito.

Podría resumir su plan de trabajo en beneficio de la ciudad.
Lo primero que hicimos al llegar el 14 de mayo pasado fue poner la casa en orden. Empezamos con la reforma a la Ordenanza del Consejo Metropolitano de Seguridad, el mismo que ni si quiera constaba con una normativa clara para ser convocado y del cual no era parte ni los bomberos. Con dicha reforma ya logramos instalar el Consejo y la ciudad cuenta con un plan aprobado en materia de seguridad el cual tiene herramientas de medición y análisis permanente para ir monitoreando la gestión en esta arista.

Con lo anterior, queda en evidencia que mi prioridad es la Seguridad de Quito y para ello hemos trabajado en fortalecer aquel triángulo que creemos vital para el normal funcionamiento de la capital: ciudadanía, Policía y Municipio de Quito.

Por ello, de entrada, fiscalicé el contrato de 557 alarmas comunitarias, que finalmente hoy están al servicio de la ciudad.

En dicho proceso también se encontraron ciertas debilidades normativas, como por ejemplo, en la conformación de los Comités de Seguridad. Es por ello que estamos trabajando en una normativa que sea más eficiente y junto con la Secretaria de Seguridad, generar espacios de capacitación para líderes y lideresas barriales.

En cuanto a Ambiente trabajamos con el sentido de urgencia que Quito merece para darle la ordenanza Verde Azul que pone de manifiesto el cuidado de las quebradas, mismas que han estado descuidadas por varios años.
También estamos empeñados en dotarle a la ciudad de una ordenanza de manejo integral del fuego. Es indispensable contar con normativas claras en este sentido ya que todos los años Quito sufre en los veranos y sabemos que el 90% de los incendios son provocados.

Finalmente, hacemos un seguimiento riguroso de la ejecución presupuestaria. Cuando llegamos, el Municipio ni si quiera contaba con parámetros claros para evidenciar el avance o no del dinero de los quiteños. Ahora, ya contamos con matrices que nos demuestran el panorama con certezas y ajustar en los sectores que sean necesarios.

Cuáles son sus aspiraciones en calidad de presidenta de la comisión de Seguridad, Convivencia Ciudadana y Gestión de Riesgos?
Recuperar la paz. Aunque suene utópico, debemos recuperar a Quito del ostracismo en el que hemos caído. Aquí hago hincapié en lo que manifesté arriba sobre el triángulo efectivo de la seguridad: ciudadanía, policía y Municipio. Yo aspiro a ser ese nexo articulador para que los esfuerzos de cada sector no sean en vano y juntos sumemos para volver a la Franciscana ciudad de Quito.

El trabajo en prevención es importante. Aquí ya trabajamos en el proyecto Policía de Barrio, mismo que está orientado a dar charlas en colegios y barrios, sobre todo a los más jóvenes para que detecten de manera temprana posibles actos reñidos con la ley para denunciar y actuar de manera rápida.

También anhelo con juntar a las entidades pertinentes para hacer una efectiva recuperación del espacio público. El Metro le devolvió algo de vida al Centro Histórico y por ende seguridad. Esa es la manera efectiva de recuperar la paz.

¿Considera que el ambiente de trabajo en el actual concejo metropolitano ha permitido mejorar la gestión municipal?
Pienso que sí. Los debates han estado a la altura de lo que demandan los quiteños y hemos realizado un compromiso primordial: todos nos cobijamos con la bandera azul y rojo para ir solventando los problemas que heredamos. Prueba de ello fue la puesta en funcionamiento del Metro, donde si bien tenemos varios puntos de vista, pero todos terminamos empujando para que esta obra esté en marcha.

¿Cree usted que los concejales deben dejar a segundo plano sus simpatías políticas y ponerse a trabajar en proyectos para la ciudad?
Siempre debió ser así. La ciudadanía no aguanta peleas estériles como en la administración anterior que dejaron destrozada la ciudad. (I)

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