Aunque la equidad de género es una práctica que debemos trabajar todos los días en nuestras actividades rutinarias, el mes de marzo es el momento ideal para resaltar la labor de todas las mujeres que han hecho esfuerzos por hacer posible los derechos con los que hoy contamos y de revisar los avances en materia de inclusión y empoderamiento femenino.
No obstante, esta fecha también sigue siendo necesaria para hacer visible una lucha continua por romper el techo de cristal que tristemente aún persiste en la sociedad.
En 2020, se registró que mientras el pico de desempleo para los hombres en Ecuador se ubicó en 11,6 %, para las mujeres fue cuatro puntos porcentuales más alto, llegando hasta 15,7 %. Si bien existen varios factores que influyen sobre esta situación, lo que es claro es que las mujeres son las más vulnerables en el contexto de empleabilidad en el país y las condiciones que tenemos para acceder al mercado formal.
En 2016, la consultora Ipsos presentó un estudio sobre los retos que enfrentan las mujeres ecuatorianas en sus lugares de trabajo, el cual marcó un panorama que hoy sigue vigente. Cuatro de cada diez mujeres encuestadas declararon pensar que si ganan un salario mayor al de su pareja es casi seguro que eso les cause problemas en su núcleo familiar. Incluso, la investigación reveló que tan solo una de cada diez gerencias generales es ocupada por una mujer y que el 65 % de las empresas ecuatorianas no tienen políticas para promover la participación de mujeres en cargos gerenciales.
Sin lugar a duda ha habido avances en muchos sentidos, pero esta es un camino en donde todavía tenemos mucho por recorrer. En las compañías, por ejemplo, tenemos un reto importante para incentivar la participación equitativa de la mujer en el sector empresarial y hacer de esta una prioridad. Iniciativas como la creación de grupos de afinidad que realicen acciones encaminadas a fomentar el desarrollo profesional, el liderazgo, la promoción y retención de mujeres, enfocados en brindar el equilibrio personal y laboral de cada una. Estos son pasos claves que permitirán empezar a crear espacios más inclusivos y equitativos entre los equipos de trabajo.
En BASF hemos venido implementando durante varios años estas acciones, lo que nos ha permitido lograr que hoy en día, el 31,3 % de los puestos de liderazgo de la compañía en Sudamérica sean ocupados por mujeres. Y aunque celebramos este logro, sabemos que todavía queda mucho por hacer, pues en un mundo donde las mujeres son la mitad de la población, no podemos conformarnos con menos del 50% de representatividad en nuestras empresas y su liderazgo.
Con la intención de acercarnos cada vez más a esa meta, en países como Ecuador y Colombia, el 44 % de las personas contratadas en el último año fueron mujeres. Lo anterior gracias a los perfiles de cada postulada, que actualmente la gran mayoría, cuentan con los mismos niveles de capacitación y formación que los hombres.
Sin embargo, el reto más importante que aún queda es lograr una transformación social en la que se replanteen las ideas tradicionales de liderazgo que hoy limitan el alcance de muchas mujeres en su desarrollo profesional. Es claro y evidenciado que la diversidad y la inclusión otorgan a las compañías ventajas competitivas para el manejo de sus negocios. Incluir diferentes puntos de vista nutre la toma de decisiones y la creatividad. Si bien hemos dado grandes pasos, no nos podemos conformar. Por el contrario, debemos seguir trabajando para llegar a ese día en que esto deje de ser un desafío y una lucha, que lleguemos al día en que esto deje de ser un tema de discusión porque ya es un reto superado. Foto: https://bit.ly/39vFsKl
Por: Tatiana Calderón, Gerente General de BASF en Ecuador. (O)