LÍNEA EDITORIAL
Para los que siempre están cuestionando sobre la participación del Estado, esto es un claro ejemplo de lo que es una ausencia descomunal del Estado, un desmantelamiento inhumano del Estado; un Estado ausente en todas sus niveles. Las imágenes demuestran que no hay autoridad policial, no existen controles, se utilizó todo tipo de armamento por parte de las Personas Privadas de Libertad (PPL); desde: pistolas, motosierras, hasta armas de fabricación sencilla.
Cómo no van a estar en abandono total los centros de rehabilitación del país, si en rueda de prensa, Edmundo Moncayo, Director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y a Adolescentes Infranctores del Ecuador, dice: “Son unos intransigentes por no aprovechar las oportunidades que el Estado les ofrece para rehabilitarse” y pocos minutos después acusa que esto, es por falta de presupuesto.
¡Qué mismo! ¿Se les trata bien y no aprovechan, o no existe el presupuesto necesario para controlar y cuidar a los PPL? O sea, un desconocimiento total de la realidad de los centros penitenciarios, para él (Director), no hay hacinamiento, ni crisis sanitaria, peor aún crimen organizado.
Es más que sabido que los centros penitenciarios, son manejados por mafias, que, seguramente tienen a las autoridades de dichos centros, amenazados y atemorizados. Las imágenes revelan que los PPL tienen acceso a celulares, internet, y seguramente por su comportamiento sanguinario a drogas. No se ve a ningún policía tratando de controlar el amotinamiento.
Se encendieron las alarmas, acudieron 800 efectivos policiales pero no se puede controla al 100% hasta el momento; claro, son policías que no están preparados para este tipo de eventos, existen los guías penitenciarios, que seguramente son insuficientes. El ejercicio y plan de contingencia en los centros carcelarios deben ser manejados con intervención y estrategias diferentes en relación al procedimiento en el exterior; incluso los guardias deben estar equipados con otro tipo de armamento.
Es lamentable que el director exprese “sabíamos que estaba por ocurrir algún enveto por la muerte de –Rasquiña–“, incluso ayer se decomisaron dos armas. Yo también me quedé boquiabierto ¡DOS ARMAS! y hoy hubo hasta motosierras; que tristeza ver tanta negligencia de las autoridades, y saber que en algo se pudo evitar tanta matanza.
Dice el ministro que la culpa también es por falta de presupuesto. Esto quiere decir que debe haber un pedido formal a la entidad competente avizorando un déficit presupuestario, el cual puede afectar el manejo normal de los centros carcelarios. Si es verdad lo que dice el Director, quiere decir que hay más de un cómplice en el Estado por la muerte de 70 personas (?).
Es raro que cuando hablamos de cárceles y presos, acostumbramos a percibir al sistema carcelario como una especie de purgatorio, donde están almas en pena, pagando las consecuencias de sus actos. Hablar de los PPL, es una discusión de rápida conclusión, justificando nuestra ignorancia del tema aduciendo que son: ladrones, matones, violadores etc., es incomodo hablar a fondo del tema, la sociedad prefiere la mentira a una verdad incomoda, preferimos el velo de lo ajeno, que nos calma cualquier incomoda verdad.
Seguramente, la mayoría, no son seres angelicales los que están en los centro de rehabilitación, unos serán culpables otros inocentes; no obstante, TODOS, son producto de un sistema corrupto, egoísta, limitando continuamente los derechos y las oportunidades a las mayorías, en favor de las minorías. Son casi 70 muertos, entre: padres, hermanos, amigos; que han terminado de la peor manera su vida. Por más lacra que hayas sido en este mundo, nadie merece terminar como un trofeo sangriento, o peor aún, que utilicen tus extremidades emulando una pelota de futbol.
Ojalá los medios de comunicación estén planificando realizar reportajes que revelen la triste realidad de los centros de rehabilitación. Ojalá el periodismo investigativo llegue a evidenciar, por qué suscitó este hecho tan atroz; espero que periodistas que han gastado gran presupuesto en ir a buscar mansiones inexistentes, ahora inviertan en reportajes, documentales, sobre esta lamentable realidad. Ojalá se haga un seguimiento, como lo han hecho con la muerte del presentador de televisión; ojalá las autoridades den prioridad a este hecho tan lamentable y poder algún momento, convertir a las cárceles en verdaderos centros de rehabilitación social.
, acostumbramos a percibir al sistema carcelario como una especie de purgatorio, donde están almas en pena, pagando las consecuencias de sus actos. Hablar de los PPL, es una discusión de rápida conclusión, justificando nuestra ignorancia del tema aduciendo que son: ladrones, matones, violadores etc., es incomodo hablar a fondo del tema, la sociedad prefiere la mentira a una verdad incomoda, preferimos el velo de lo ajeno, que nos calma cualquier incomoda verdad.
Seguramente, la mayoría, no son seres angelicales los que están en los centro de rehabilitación, unos serán culpables otros inocentes; no obstante, TODOS, son producto de un sistema corrupto, egoísta, limitando continuamente los derechos y las oportunidades a las mayorías, en favor de las minorías. Son casi 70 muertos, entre: padres, hermanos, amigos; que han terminado de la peor manera, su vida. Por más lacra que hayas sido en este mundo, nadie merece terminar como un trofeo sangriento, o peor aún, que utilicen tus extremidades emulando una pelota de futbol.
Ojalá los medios de comunicación estén planificando realizar reportajes que revelen la triste realidad de los centros de rehabilitación. Ojalá el periodismo investigativo llegue a evidenciar, porqué suscitó hecho tan atroz; espero que periodistas que han gastado gran presupuesto en ir a buscar mansiones inexistentes, ahora inviertan en reportajes, documentales, sobre esta lamentable realidad.
Ojalá se haga un seguimiento, como lo han hecho con la muerte del presentador de TV; ojalá las autoridades den prioridad a este hecho tan lamentable y poder algún momento convertir a las cárceles en centros de rehabilitación social. (O)
Por Fabián Aguirre Arias
Sociólogo